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EL HOMBRE CULTO

EL HOMBRE CULTO

Es la historia de un profesor muy inteligente, conocedor de todas las ramas de la ciencia. Era como una enciclopedia andante pues sabía de todos los temas por lo que era tenido como sabio entre sus colegas. En una ocasión visitó un pueblecito pesquero en el que nunca había estado. Sabiendo que la isla cercana poseía restos arqueológicos de gran valor decidió visitarlos.

En su paseo por el pequeño puerto observó un viejo marinero dispuesto a salir a la mar en su chalana. Preguntándole si podía acercarle a la isla, obtuvo cortésmente como respuesta una invitación para subir a bordo.

Al rato, comenzó a preguntar al anciano pescador si conocía la historia de la isla. Como respuesta recibió un gesto de negación. Volviéndole a preguntar sobre temas históricos de la zona, nuevamente obtuvo una negación como respuesta. Ya un poco molesto por la ignorancia de aquel pescador, sus palabras comenzaron a incluir tonos insultantes hacia tan inculto personaje.

Cansado de lo que oía, pero siempre muy tranquilo, el pescador le dijo al sabio que durante toda su vida, y ya desde la infancia, tuvo que ponerse a trabajar con su padre y que desde entonces todo su tiempo lo había empleado en pescar para obtener lo necesario para mantener a su familia. Ni siquiera pudo asistir al colegio o a cursos para adultos, por lo que no sabía leer ni escribir, no conociendo más que los secretos de su oficio.

Esto todavía indignó más al sabio al entender que personas como el pescador eran lo que impedían progresar a una nación. Tanta incultura e ignorancia era como desperdiciar las oportunidades que da la vida para aprender tantas y tantas cosas.

El pescador siguió remando en silencio, escuchando as explicaciones filosóficas del sabio sobre la vida y la cultura que no lograba entender. En esto, a pocos metros de la isla, comenzó a levantarse una tempestad y la barca poco a poco empezó a llenarse de agua.

El pescador se descalzó y mientras se quitaba alguna prenda observó al sabio que en una esquina de la barca parecía paralizado y temeroso de lo que observaba. Invitándole a que se dispusiera a saltar para nadar y salvar la vida en unas pocas brazadas, el rostro del sabio pareció cambiar de color y reflejaba más temor todavía.

Al ver que la barca comenzaba a llenarse por completo de agua, y a punto de volcar, el pescador preguntó a su erudito acompañante:

-Señor, no entiendo por qué no se prepara para saltar; si se queda en la barca, perecerá.

Como toda respuesta y más pálido y temeroso, el sabio como pudo contestó irritado:

-No puedo hacerlo, no sé nadar.

Al oír esto y mientras se lanzaba al agua para salvar su vida, el pescador dijo a aquel hombre tan sabio:

-No sé quién es más inculto de los dos ahora, señor. Usted ha malgastado toda su vida. Yo, con lo poco que he aprendido en la vida, en unos segundos salvaré la mía, pero usted, dedicándole al suya por entera a estudiar, leer y aprender cultura perecerá sin que pueda remediarlo.

Entonces el bote volcó y ése fue el fin del hombre culto.

Muchas personas, incluidas médicos o catedráticos de medicina, pueden ser muy inteligentes y poseer una gran cultura, pero si conociendo la función de sus pulmones meten un cigarro en su boca, sabiendo que se les va la vida en ello, son como el sabio de la historia que no sabe cuidar su propio cuerpo, que perdió el tiempo en teorías y conocimientos sin poner nada en práctica, mientas que el inculto marinero aprendió lo suficiente para mantenerse vivo.

Sin duda alguna, el hombre más inteligente del mundo es el que cuida su cuerpo

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